Ya te hablamos en varias ocasiones de las cocinas abiertas, un tipo de distribución que sigue ganando protagonismo en los hogares, al hacer de este espacio un punto neurálgico dentro de la casa. Integrar espacios nos ayuda a ganar en amplitud y luminosidad, así como a compartir más tiempo con la familia y amigos. Sin embargo, en algunas ocasiones nos interesará separar la zona de cocina de la sala de estar, ya sea por una cuestión de diseño, o porque buscamos tener la opción de disponer de privacidad en determinados momentos. Una isla de cocina, la mesa del comedor, puertas correderas… existen múltiples opciones para distinguir ambientes, tanto visuales como físicas. Optar por una u otra dependerá de las características de nuestra vivienda, de nuestro presupuesto, del estilo de la cocina y del grado de separación que busquemos. ¿Quieres algunas ideas?
Puertas correderas: integrar o separar con un solo gesto
Este tipo de puertas son una buena opción para aislar el salón de olores o ruidos procedentes de la cocina. En función de la privacidad que busquemos, podemos optar por puertas de cristal, que ayudan a conservar la luminosidad, o bien por opciones completamente opacas.
Isla de cocina: punto de encuentro
Una isla central es un elemento muy interesante en una cocina abierta, convirtiéndose en el punto alrededor del que gira la comunicación. Además de las prestaciones que ofrece, permitiendo albergar diferentes funciones (fregadero, placa de cocción, cajones…), una isla (o una península) también puede ayudar a delimitar espacios, sin la necesidad de recurrir a separaciones más drásticas como paredes o puertas.
Muros bajos: separar sin separar
Otra opción para delimitar conservando la luminosidad y la conexión visual es optar por muros bajos. Además de ofrecer cierta privacidad, también podremos usarlos para colocar en ellos algún elemento decorativo, como por ejemplo plantas.
Paredes de cristal: máxima transparencia
Si lo que buscamos es una separación física total entre cocina y salón o comedor, pero manteniendo el contacto visual y favoreciendo la circulación de la luz, podemos optar por paredes de cristal. En este caso, se combina con un muro a media altura y una estructura de metal en negro.
Diferentes alturas: un ambiente para cada nivel
Si la vivienda lo permite, también podemos recurrir al uso de diferentes alturas de suelo para distribuir las zonas en diferentes planos, consiguiendo crear cierta independencia entre cada espacio, sin perder la conexión entre ambos.
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