[Actualizado a 1 de diciembre de 2022]
Humedad, restos de comida, caídas de objetos, pisadas… el suelo de la cocina tiene que hacer frente a múltiples desafíos. Por ello, es fundamental escoger aquel que mejor se adapte a nuestra casa y estilo de vida. Sin descuidar la estética, es importante buscar funcionalidad y comodidad.
Por otro lado, es cada vez más habitual que la cocina se abra a otras estancias como el salón o el comedor, por lo que en este tipo de casos deberemos considerar el conjunto, buscando la continuidad visual o una transición armónica entre las distintas áreas.
En la actualidad, son múltiples las opciones que tenemos a nuestra disposición, tanto en lo que se refiere a materiales como en la variedad de acabados. La decisión puede resultar, por tanto, compleja y un tanto abrumadora.
¿Cuáles son los mejores tipos de suelos para cocinas? No hay una respuesta única. Depende de nuestras necesidades, espacio y gustos. Aquí te presentamos algunos de los más habituales.
Suelo vinílico para la cocina: múltiples posibilidades
Los suelos de vinilo para cocinas están hechos de material plástico (PVC) y están disponibles en una amplia variedad de diseños, texturas y acabados.
Este material ha evolucionado mucho gracias a las nuevas tecnologías. Así, si hace unos años tenía una imagen de escasa calidad, últimamente se está situando entre los materiales de moda por su versatilidad y durabilidad.
Existen múltiples opciones en el mercado, con diferentes grados de dureza y resistencia. El precio es una de sus principales ventajas, aunque, como es lógico, cuanto mejores sean sus características, mayor será su coste.
Los suelos vinílicos o PVC para cocina se caracterizan además por su resistencia al agua y su facilidad de limpieza. Es posible aplicarlos sobre un suelo existente, por lo que resultan muy recomendables para proyectos de reforma.
Podemos encontrar este material en diferentes presentaciones, normalmente en rollo, en losetas y en lamas. Además, el formato puede ser autoadhesivo o en clic.
El suelo adhesivo para cocina es muy fácil de instalar, sin necesidad de obras, pero su principal inconveniente es que, si el adhesivo no se aplica bien, con el tiempo tiende a levantarse. No son aconsejables para suelos con calefacción radiante, y también pueden decolorarse con el paso del tiempo si están expuestos al sol.
Suelo hidráulico: el encanto de lo artesanal
Las baldosas hidráulicas, realizadas con cemento pigmentado, se inventaron en el sur de Francia a mediados del siglo XIX y se utilizaron como pavimento en las construcciones hasta los años 60. En los últimos tiempos han resurgido con fuerza, también en la cocina. Se recuperan en casas antiguas reformadas y también se instalan en vivienda nueva, a menudo como imitación fabricada con gres porcelánico, tal y como vemos en la imagen que incluimos a continuación.
Su estética artesanal ofrece un encanto único. Los azulejos hidráulicos se comercializan en diferentes medidas y formas, desde el tradicional cuadrado de 10 x 10 cm hasta rectángulos y hexágonos. Por ello, ofrecen numerosas opciones creativas, permitiendo crear mosaicos. Son muy empleados en las cocinas de estética vintage, o para dar un toque de carácter en estancias de estilo contemporáneo.
Destacan además por su resistencia y solidez, si bien es cierto que, al ser un material poroso, necesita impermeabilizarse cada cinco o seis años.
Por su factura artesanal, el precio suele ser más elevado.
Suelo laminado para cocina: resistencia y funcionalidad
Los suelos laminados se fabrican con varias láminas pegadas y prensadas que ofrecen una apariencia estética similar a la de la madera. El núcleo de estos laminados es un panel de fibras de madera de alta densidad sobre el que se adhiere una lámina con una imagen en alta resolución. Una capa superior de resina garantiza su protección y facilita la limpieza.
Hoy en día hay imitaciones muy logradas, disponibles en una gran variedad de tonos y acabados.
Son muy usados en ambientes abiertos, de forma que toda la zona de día pueda contar con un mismo pavimento, cálido y funcional, que dé coherencia y continuidad a la estancia, sorteando los inconvenientes de la madera natural.
Otro de los puntos fuertes del suelo laminado en la cocina es que no requiere de un mantenimiento periódico y no se raya con el roce de los zapatos. Eso sí, los arañazos no se pueden arreglar.
Se instala muy fácilmente —sin necesidad de retirar el pavimento antiguo—, y soporta bien el paso del tiempo, las manchas y el sol. Cuenta con un sistema de sellado que evita que se filtre el agua y tiene un alto nivel de resistencia, tanto al desgaste como a los impactos.
Cocina con suelo de madera: espacios cálidos y acogedores
Por muchos imitadores que tengan, lo cierto es que los suelos de madera son incomparables. Ningún pavimento iguala su calidez ni su capacidad para crear ambientes acogedores, cómodos y agradables.
La madera nunca pasa de moda y se adapta a diferentes estilos. Al ser un material natural cada suelo es único e irrepetible, con sus propias vetas, nudos y dibujos. Es además renovable, reciclable, sólida y duradera.
Podemos encontrar diferentes tipos de madera, como tarima maciza, de tablillas o parquet multicapa.
Al igual que el microcemento y los laminados, el parquet para cocina es una solución muy adecuada cuando esta estancia se abre al salón o al comedor, y buscamos crear una continuidad visual entre ambos ambientes.
Pero una cocina con suelo de madera, claro está, también tiene sus inconvenientes. En primer lugar, es un material sensible a la humedad, y la misma poca dureza que reduce las posibilidades de que los objetos se rompan al caer hace que sea más vulnerable a golpes, rayaduras, zonas desgastadas y marcas del día a día. Eso sí, es posible lijarlo para repararlo.
Suelos de gres o porcelánicos para cocinas: máxima practicidad
Mantenimiento sencillo, múltiples diseños y acabados, antideslizantes, fáciles de limpiar, impermeables, económicos, compatibles con la calefacción radiante… Las ventajas de este tipo de materiales son múltiples y, por ello, son de los más utilizados en la cocina.
¿En contra? Principalmente, que no transmiten calidez ni tienen tanto encanto como, por ejemplo, la madera.
Es un suelo compacto y duradero, estéticamente muy vistoso. Resulta una superficie higiénica, difícil de resquebrajar o rayar. Se comercializan múltiples acabados y texturas, incluso en gamas que imitan a otros materiales como, por ejemplo, la madera.
Una de las últimas tendencias es utilizar grandes formatos que, con un menor impacto de la junta, ofrecen mayor sensación de suelo continuo y ayudan a ampliar visualmente el espacio.
¿Y cerámica para el suelo de la cocina?
Podemos diferenciar entre los suelos realmente porcelánicos y los suelos de cerámica para la cocina, con placas de tamaño inferior, formadas por una capa de arcilla cocida con un acabado en esmalte cerámico. Están también disponibles en una amplia variedad de acabados, pero no son tan resistentes como las baldosas porcelánicas, y las posibles grietas son más visibles, ya que resaltan más en el esmalte. El precio es inferior, y su colocación más sencilla, con respecto a los suelos de gres.
Suelos de pizarra para la cocina: belleza natural
Los suelos de piedra resultan atemporales y elegantes. Se pueden emplear materiales pétreos como el mármol o el granito, pero los más demandados quizá sean los de pizarra.
Se trata de una superficie sólida y de fácil mantenimiento. Eso sí, por su gran dureza, si se nos cae un plato o un vaso al suelo es muy probable que se rompa.
Su principal desventaja es que tienen un precio más elevado con respecto a otros materiales. Además, si se trata de una piedra muy irregular, puede resultar difícil de limpiar.
Suelos de linóleo: resistentes y biodegradables
Los suelos de linóleo se diferencian de los vinílicos en su composición, que es natural y biodegradable, ya que están hechos con materiales como aceite de linaza, harina de madera reciclada, polvo de corcho…
Es un producto muy resistente y duradero, de larga vida útil. Destaca asimismo por su carácter antiestático y por su fácil instalación. Sin embargo, algunos tipos de suelos de linóleo pueden requerir un encerado periódico, lo que repercute en un mayor mantenimiento.
Suelo de microcemento para la cocina: estilo contemporáneo
Si buscas un aspecto industrial y minimalista, el microcemento es una opción muy adecuada. Como se puede observar en las fotos, se consigue un piso continuo y sin juntas, de estética moderna.
Su limpieza es cómoda y sencilla, funciona muy bien con suelo radiante y es resistente al agua, al fuego y a todo tipo de impactos.
Se puede aplicar sobre superficies ya construidas y sus posibilidades creativas son múltiples, ya que mediante pigmentos que se aplican a la fórmula se pueden obtener un gran número de colores y matices. También son muy interesantes las combinaciones de microcemento y baldosas porcelánicas.
En relación a los precios, el importe final dependerá de la cantidad de metros cuadrados a revestir y de la complejidad del trabajo (del estado de la superficie, de la existencia o no de obstáculos…). Cuanto mayor sea la superficie más rentable resultará, por lo que no es recomendable para cocinas muy pequeñas.
En cuanto a los posibles problemas que este material puede presentar, el principal es su dificultad de aplicación. Por ello, es aconsejable recurrir a expertos para la aplicación de este tipo de revestimiento. Un inadecuado tratamiento previo de la base puede provocar, por ejemplo, manchas de humedades, y una mala instalación podría, incluso, llegar a producir fisuras.
Elegir el color del suelo de la cocina: una decisión importante
Y ahora que he escogido el material, ¿con qué color me quedo? ¿Qué tonalidades son adecuadas para cambiar los suelos de cocinas pequeñas? ¿Cómo se comportan los espacios con pavimento gris? ¿Y si tengo una estancia oscura?
Las preguntas continúan… y es que la tonalidad elegida no solo afectará a la percepción que tengamos sobre el espacio, sino que también contribuirá, junto con la pared y los muebles, a crear el interiorismo de nuestra cocina.
Si contamos con un espacio reducido, normalmente es más aconsejable optar por colores de suelo claros, ya que aportarán más luminosidad y sensación de amplitud. Las tonalidades suaves ayudan además a crear ambientes luminosos y relajados. Por ello se suelen asociar a cocinas blancas y estilos decorativos como el nórdico o el minimalista.
Por el contrario, si disponemos de una superficie amplia podemos optar por colores más oscuros, como las maderas wengué o nogal y el color negro. Este tipo de tonalidades aportan elegancia y sofisticación y adquieren mucho protagonismo en el ambiente. El estilo colonial, el rústico o el industrial se vinculan habitualmente con estas gamas. Los colores oscuros también pueden integrarse de forma natural en ambientes como el minimalista o el contemporáneo.
Conviene aclarar asimismo que tanto los suelos que son muy claros como los que son muy oscuros suelen ensuciarse más que el resto. Los más sufridos los encontramos en las gamas intermedias.
Esperamos que este post te haya resultado de utilidad y tengas un poco más clara tu elección… ¡aunque con tantas opciones sabemos que no es fácil! Como en cualquier decisión que se tome con respecto a la cocina, es muy importante tener en cuenta nuestras necesidades y estilo de vida. Por eso, en Santiago Interiores realizamos proyectos personalizados, adaptados a cada uno de nuestros clientes. Reserva aquí tu cita para asesorarte con nuestro equipo de interiorismo.